Como mujeres, sabemos que el sistema médico es sexista. Lo hemos experimentado innumerables veces, ya sea en las citas con el médico o tratando de obtener atención médica. Recibimos diferentes y peores cuidados que nuestros contrapartes masculinos y sufrimos más. No se cree cuando describimos nuestro dolor, y nos dicen que estamos exagerando. A menudo tenemos que coordinar la atención médica de nuestros hijos, asumiendo esta carga solo. Nuestros cuerpos son tratados como máquinas de reproducción, y no tenemos los derechos para hacer lo que queremos con nuestros cuerpos. Nuestra salud mental no se toma en serio, y se nos llama loca cuando buscamos ayuda. Pero, ¿qué se siente ser una doctora feminista?
Entrevistamos a Leonor Olate, una doctora feminista de Temuco para ver cómo es ser una mujer en la institución médica y cómo el feminismo ha cambiado su perspectiva sobre la medicina y su vida.
¿Sientes que el sistema médico en Chile es sexista? si es así, ¿cómo es eso?
Sí, es sexista, lo veo desde muchos ángulos; ya que durante nuestra formación como médicos/as los «docentes» son en su mayoría hombres, a pesar de existir una proporción más menos equitativa entre hombres y mujeres médicos y médicas.
Además de reproducirse muchos patrones patriarcales, como que en su mayoría las jerarquías organizativas, las cúpulas son ocupadas por hombres, quiénes te forman son hombres y hay muchos casos de acoso, violencia machista, no denunciados durante nuestra formación y en particular en nuestras prácticas profesionales. Muchas palabras que denigran a la mujer, tanto entre colegas, se minusvalora el trabajo o la visión de la mujer médico a la del hombre. Hacer carrera es muy complejo en igualdad de condiciones, sobre todo por la maternidad, y en cualquier caso, para que una mujer destaque, se requiere el doble o el triple de esfuerzo que un hombre.
¿Cómo intentas hacer cumplir la igualdad a través de tu trabajo?
Teniendo una perspectiva feminista para todo lo que se hace, desde el trabajo en box, hasta las reuniones con colegas, en el trabajo evidenciando la violencia patriarcal o el machismo tanto al interior de nuestros espacios de atención, como en la relación con el resto del equipo.
¿Es difícil ser una mujer en tu trabajo?
Sí, por lo anteriormente planteado en la relación con otros médicos y también porque muchas personas que llegan buscando atención son machistas o incluso pueden llegar a ser acosadores en el espacio de atención. En mi caso particular muchas veces se denuncian mal tratos o se evidencian muchos tipos de violencia machista, sin que sean visibilizadas hasta ese momento por las mismas mujeres, y en el caso de los hombres agresores es aún más difícil realizar algún tipo de intervención en casos de violencia machista.
¿Siente discriminación de género como médico en Chile? Si es así, ¿cómo intenta combatirlo?
sí, por lo anteriormente planteado. Se combate en el día a día en la posición que una adopta en el trabajo, pero a nivel gremial no he intentado combatirlo o plantearlo, ya que el sector de «médicos» en chile, en su mayoría pertenecen a sectores acomodados y conservadores.
¿Cómo afecta ser un profesional y una madre tu manera de pensar sobre el feminismo?
Más que afectarlo, yo creo que lo aterriza a mi forma de ver y vivir las cosas tanto en mi trabajo, como en la maternidad. Creo que el feminismo constantemente nos interpela a intentar llevar nuestro discurso a todos los aspectos de nuestra vida y desarrollo como personas.
Como médico y madre, ¿qué significa para usted el aborto?
El aborto médicamente se define como la interrupción del embarazo previo a la viabilidad fetal, que es alrededor de las 23-24 semanas de gestación.
En la práctica para mí es una decisión de la mujer si continuar o no con el embarazo, que debería ser libre y gratuito, bajo ninguna causal en específico.
La maternidad tampoco es un impedimento para tener una posición de libertad frente a la decisión de las mujeres respecto a sus propios cuerpos.
¿Cómo influye el feminismo en su vida laboral y personal?
Creo que me ha cambiado mucho, en torno a la interpelación personal a cambiar cuestiones que son de la vida diaria, de nuestra formación más íntima, personal, familiar, cultural, donde creemos que el capitalismo y el patriarcado no han influido, pero cuando uno ve el feminismo se da cuenta de lo importante que han sido estas «influencias invisibles» en nuestras vidas como mujeres, y en naturalizar un montón de violencias y dolores. Ha cambiado mi forma de ver la maternidad, el trabajo, las relaciones personales, todo. No hay posibilidad de volver atrás después de esto.
Las mujeres y doctoras, como Leonor, están cambiando el curso de las instituciones médicas desde adentro. Si bien es difícil cambiar un sistema tan grande como este, debemos reconocer que cada pequeña victoria es un paso más hacia la igualdad dentro de la medicina. Debemos luchar para que se acepten más formas de medicina, como la curación tradicional, y debemos apoyarnos mutuamente cuando lo necesitemos. La sororidad es una forma de medicina que todos podemos practicar, sin la influencia del patriarcado o el machismo. ¡Muchas gracias por tu comprensión, Leonor! ❤